Las Jornadas “La Batalla del Jarama”, organizadas por la asociación Tajar en colaboración con el Ayuntamiento de Morata de Tajuña, llegaban a su fin alrededor de las siete de la tarde de ayer, domingo, al concluir el último de sus actos. La nota característica de estas actividades, la notable asistencia de público y el elevado nivel de contenidos, se ha mantenido también en los actos del último día.
Como el día anterior, nos encontrábamos a las nueve y media de la mañana en la acostumbrada parada de autobús, esta vez para dirigirnos algo más lejos: a las inmediaciones de Arganda del Rey, donde arrancaba la ruta del domingo. El buen tiempo propició que la asistencia a esta marcha fuera incluso superior a la del día anterior, juntándonos casi cuarenta personas. Antes de comenzar, José Manuel Martín del Moral, investigador y experto en fortificación, nos ofreció un resumen de lo que íbamos a ver. Hay que señalar que sus explicaciones, tanto las previas a la marcha como “a pie de fortín”, resultaron de altísimo nivel y gran interés, en la línea de las ofrecidas por Javier Rodríguez el día anterior. En esta explicación previa, José Manuel nos informó de que el recorrido transcurriría en su mayoría por la segunda línea republicana del sector, acercándonos en ocasiones a la primera línea.
Iniciamos nuestro camino por la vía verde hasta llegar a la primera de nuestras paradas, junto a un nido de ametralladoras de los construidos en la zona del 3ª Cuerpo de Ejército republicano, con posterioridad a la batalla del Jarama, con arreglo a un estándar, del que existieron 96 en proyecto, habiendo en octubre de 1938 ya 45 de ellos construidos. José Manuel nos proporcionó una enorme cantidad de datos sobre este tipo de fortín, llegando hasta el detalle de cuántos ladrillos y sacos de cemento figuraban en la partida destinada a construirlos o a que el tiempo dedicado a levantar cada uno de los fortines oscilaba en torno a las tres semanas.
Continuamos nuestra marcha desde ese lugar, a unos dos kilómetros de primera línea, para visitar otro nido de ametralladoras del mismo diseño, éste a orillas de la vía verde y en estado de semidestrucción, habiendo desaparecido prácticamente la cubierta, probablemente para extraer el metal de su armazón para su posterior venta como chatarra. Martín del Moral nos comentó que el sector que estábamos visitando se encontraba cubierto a finales de la Guerra Civil por la 17º Brigada Mixta del Ejército Popular de la República, y nos fue mostrando durante todo el recorrido desde la vía verde hasta Valdeperdices un buen número de restos de cuevas, galerías e indicios de refugios y chabolas que con toda probabilidad sirvieron como alojamiento a la tropa.
El camino comenzó a empinarse hasta llegar a una zona situada a unos 600 metros de lo que fue primera línea (lugar en el que, por cierto, José Manuel localizó semienterrada una vaina de bala de fusil Mosin Nagant, de fabricación soviética), donde giramos en dirección a la altura de Valdeperdices. Por allí comenzamos a ver con bastante claridad el trazado de multitud de trincheras de segunda línea. Nos detuvimos también brevemente ante dos fabulosos y bastante bien conservados puestos de escuadra, otro estándar republicano del que después contemplaríamos algunos más, compuesto de zonas para fusilería con troneras prefabricadas y un pozo de granaderos a cada lado.
Una vez en el vértice Valdeperdices, paramos a almorzar en el observatorio avanzado allí situado y pudimos aventurarnos por sus galerías subterráneas. Tras el “rancho”, nos acercamos también a un segundo observatorio, en peor estado que el primero, y comenzamos a descender las alturas, pudiendo contemplar cada vez más trincheras según nos acercábamos a primera línea.
La excursión estaba terminando, pero faltaba por llegar la auténtica “guinda” del paseo: un fabuloso cerro fortificado, plagado de túneles y galerías perfectamente conservados donde incluso aún se pueden leer las inscripciones en las paredes. Estuvimos un buen rato entrando y saliendo de las profundidades de la tierra y, como no podía ser de otra forma, allí fue donde nos hicimos, tan contentos, la foto de grupo. Puedo asegurar que algunos/as disfrutamos como niños/as.
De vuelta a Morata, visitamos de nuevo el Museo de la Batalla del Jarama del Mesón “El Cid”, para que los que no hubieran venido a la marcha del sábado no se perdieran su estupenda colección.
Ya por la tarde, en la Casa de la Cultura de Morata, tuvo lugar el último de los actos de las Jornadas: la interesantísima conferencia sobre “El Servicio de Recuperación de Material de Guerra, desde la GCE hasta hoy”, a cargo de Ricardo Castellano Ruíz de la Torre, autor de los libros “Los restos del asedio: fortificaciones de la Guerra Civil en el frente de Madrid; ejército nacional” y “Los restos de la defensa: fortificaciones de la Guerra Civil en el frente de Madrid; ejército republicano”. Esta charla tenía un interés especial, al ser un tema bastante poco tratado en actos públicos y, por lo tanto, relativamente desconocido para los profanos en la materia. Castellano supo conducir el acto de forma magistral, consiguiendo conferir a la explicación un ritmo ágil y ameno, alternando las explicaciones con una presentación en PowerPoint, imágenes y pequeños vídeos, que contribuyeron a mantener en todo momento la atención del público asistente.
Coincidiendo con la ofensiva franquista de Aragón, que llevará a sus tropas hasta el Mediterráneo cortando así en dos el territorio republicano, el ejército rebelde crea cinco batallones de especialistas, lo que supone el nacimiento del Servicio de Recuperación de Material de Guerra. Sus cometidos serán la recogida del material abandonado por el ejército enemigo, la clasificación de este material por modelos y estado de servicio y, en la medida de lo posible, su pronta entrega a las unidades combatientes.
Para ofrecer una idea aproximada de la ingente labor de este Servicio, Castellano nos ofreció algunas cifras realmente sorprendentes: el SRMG recuperó desde su creación hasta el final de la guerra 1.900 cañones, 3.700.000 proyectiles de artillería, 575.000 fusiles, 25.000 ametralladoras, más de mil millones de cartuchos, dos millones y medio de bombas de mano, 7.000 morteros y 3.500 toneladas de explosivos. Por si esto fuera poco, este servicio había censado al terminar la guerra, entre otros materiales, 60 tipos distintos de cañones, 49 tipos de fusiles, 41 tipos de armas automáticas y 235 tipos de piezas de artillería.
La labor del SRMG no concluye con la guerra: en 1942 publica un catálogo con los datos de todo el armamento descrito para que sirva de ayuda en la identificación de todo el material que iría apareciendo en la posguerra. Este catálogo sigue teniendo vigencia a día de hoy, dado que continúan apareciendo más y más restos por doquier.
Esta realidad, el hecho de que sigan encontrándose restos de la Guerra Civil, entre ellos proyectiles sin explotar, y que la tendencia vaya en aumento, orientó la última parte de la intervención de Castellano a exponernos la labor actual de los TEDAX, explicándonos cómo realizan sus intervenciones y advirtiendo a los coleccionistas y “buscadores de tesoros” del peligro que suele entrañar este tipo de hallazgos y cómo debe primar el sentido común, avisando a los técnicos de desactivación de explosivos cuando sea necesario, para evitar desgracias.
La conferencia de Castellano propició un buen número de preguntas y comentarios, que mostraron el interés con que el público había seguido la exposición. Tras cerrarse el turno de preguntas, David Loriente, presidente de Tajar, subió al estrado para realizar la clausura de las Jornadas, agradeciendo a todos su participación y asistencia y felicitándose (y felicitándonos) por el éxito de las mismas, que no es otro que haber atraído y despertado el interés de un gran número de asistentes. Con expresión satisfecha, Loriente expresó la intención de la asociación de continuar programando actividades ante el interés detectado y nos emplazó a todos a vernos también el próximo año en las II Jornadas “La Batalla del Jarama”. Allí estaremos…
ALACALLE
Texto: Roberto Blanco Tomás. Fotos: Vanessa Agustín.
Publicado en el blog de la Asociación Tajar el 21 de febrero de 2011