Cerca de 300 personas participan en la 4ª Marcha del Jarama

El acto, organizado por la AABI, ha contado con la presencia de cuatro veteranos de la batalla.

La mañana del sábado 26 de febrero, alrededor de trescientas personas se reunían en las inmediaciones de la fábrica de cementos Portland Valderribas de Morata de Tajuña para participar en la 4ª Marcha Memorial del Jarama, organizada por la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales. Este paseo-homenaje, que ha gozado de un tiempo espléndido, ha recorrido este año el área donde se desplegó y luchó la XI Brigada Internacional en la que fue una de las batallas más importantes de la Guerra Civil. Los participantes han iniciado la ruta a las diez de la mañana, transcurriendo entre canciones e himnos de batalla de las Brigadas Internacionales y ondear de banderas republicanas, para llegar a la una del mediodía al pie del monumento a los Internacionales en Morata de Tajuña, donde ha tenido lugar un emotivo homenaje con música y vino español, que ha contado con la presencia de cuatro veteranos combatientes del bando republicano que participaron en la Batalla del Jarama.


El nutrido grupo que se reunía a las diez de la mañana al lado de la cementera iniciaba el camino desde la zona de despliegue de los cinco batallones de la XI Brigada Internacional después de cantar la marcha del Batallón Thälmann y dar vivas a la XI Brigada y a la República. Severiano Montero, presidente de la AABI, nos explicaba el día anterior cómo este año habían decidido centrar la marcha en la XI Brigada, después de que en anteriores ediciones se prestase más atención a la XV, con la intención de ir homenajeando a todas las demás brigadas internacionales en próximas ediciones. Esta marcha, por lo tanto, ha contado con una importante participación alemana, una de las principales nacionalidades representadas en la XI. También era nutrido el grupo de irlandeses, algo sin duda favorecido por la presentación, la tarde del viernes, de un libro sobre la vida y poemas de Charlie Donnelly (poeta y brigadista irlandés caído en la batalla del Jarama) y por el homenaje que se le iba a tributar después de la comida.


La comitiva marchaba entre los olivos, paisaje ensangrentado setenta y cuatro años antes (ya lo dijo el propio Donnelly poco antes de morir: “aquí, hasta las olivas sangran”). Tras un buen rato de marcha, hicimos un alto en el camino, en un lugar donde se divisaba bien todo el valle del Jarama. Desde allí podíamos contemplar el parque temático de la Warner Bros., detalle que no interesaría demasiado en esta crónica si no fuera porque el puesto de mando del general Orgaz, mando supremo de las tropas franquistas en la Batalla del Jarama, se encontraba justo al lado de donde hoy está el parque.


Era aquel un paraje muy evocador: desde la zona en que nos encontrábamos se lanzaron al ataque los batallones de la XI Brigada el 14 de febrero, con un empuje que estuvo a punto de echar a los franquistas al otro lado del río, cosa que habrían conseguido de no ser por los cañones alemanes de 88 milímetros y tiro rápido, originalmente antiaéreos, pero que empezaban también a demostrar su eficacia en tiro directo contra blancos terrestres. Pese a no romper las líneas franquistas, este “empujón” permitió a la cercana XV Brigada Internacional rehacer sus líneas, muy castigadas por las tropas franquistas. En recuerdo a los allí caídos en defensa de la República, los asistentes cantaron “Jarama Valley”, adaptación hecha por los brigadistas de la canción popular “Red River Valley”, y sin duda una de las más conocidas tonadas de los internacionales en la Guerra Civil.

Como ya íbamos justos de tiempo, apretamos el paso en dirección a la colina de las Brigadas Internacionales, donde se halla el monumento dedicado a estos hombres y mujeres que vinieron a combatir al fascismo en España, procedentes de 52 de los 66 países reconocidos en aquel entonces por la Sociedad de Naciones. De camino, pudimos contemplar la otra “colina del suicidio” del Jarama (además de la famosísima del batallón británico de la XV Internacional, donde perecieron todos sus defensores). Me refiero a las posiciones que defendió el Batallón Lincoln desde el 16 de febrero hasta el 23, cuando fueron relevados después de haber sufrido un enorme número de bajas. Allí estuvo también el mencionado Charlie Donnelly, que moriría poco después, el día 27. En su memoria, hicimos un pequeño alto en el camino para que su sobrina Rose Marie leyera su famoso poema “La tolerancia de los cuervos”. Tras el poema, otra canción: “Viva la XV Brigada”, en su versión “Ay, Manuela”.


Por fin, llegamos al monumento a las Brigadas, donde la organización repartió vino y bocadillos. Descansamos unos minutos, comenzando a renglón seguido el homenaje, de elevada intensidad emotiva, con la intervención de representantes de las diferentes organizaciones allí presentes, y con la muy especial participación de cuatro veteranos de la batalla: José Villalba, Juan Antonio Mayoral, Joaquín Sánchez y Luz Alonso, que animaron a los allí presentes a “seguir luchando por la libertad”. Para cerrar con broche de oro el acto, el cantautor Enrique Sabaté nos interpretó una bellísima canción dedicada a Charlie Donnelly. Como es habitual en las marchas de la AABI, “La Internacional”, interpretada puño en alto, puso punto y final al homenaje. Por cierto, antes de irnos, el presidente de la AABI nos reveló una primicia: el año que viene es bastante probable que la marcha tenga lugar en Guadalajara, para conmemorar el 75º aniversario de la mayor victoria de la República. Allí nos veremos…


ALACALLE
Texto: Roberto Blanco Tomás. Fotos: Álvaro Minguito
Publicado en Nodo50 el 2 de marzo de 2011
Más fotografías en www.alvarominguito.net

Exitoso cierre de las Jornadas sobre la Batalla del Jarama

Las Jornadas “La Batalla del Jarama”, organizadas por la asociación Tajar en colaboración con el Ayuntamiento de Morata de Tajuña, llegaban a su fin alrededor de las siete de la tarde de ayer, domingo, al concluir el último de sus actos. La nota característica de estas actividades, la notable asistencia de público y el elevado nivel de contenidos, se ha mantenido también en los actos del último día.

Como el día anterior, nos encontrábamos a las nueve y media de la mañana en la acostumbrada parada de autobús, esta vez para dirigirnos algo más lejos: a las inmediaciones de Arganda del Rey, donde arrancaba la ruta del domingo. El buen tiempo propició que la asistencia a esta marcha fuera incluso superior a la del día anterior, juntándonos casi cuarenta personas. Antes de comenzar, José Manuel Martín del Moral, investigador y experto en fortificación, nos ofreció un resumen de lo que íbamos a ver. Hay que señalar que sus explicaciones, tanto las previas a la marcha como “a pie de fortín”, resultaron de altísimo nivel y gran interés, en la línea de las ofrecidas por Javier Rodríguez el día anterior. En esta explicación previa, José Manuel nos informó de que el recorrido transcurriría en su mayoría por la segunda línea republicana del sector, acercándonos en ocasiones a la primera línea.


Iniciamos nuestro camino por la vía verde hasta llegar a la primera de nuestras paradas, junto a un nido de ametralladoras de los construidos en la zona del 3ª Cuerpo de Ejército republicano, con posterioridad a la batalla del Jarama, con arreglo a un estándar, del que existieron 96 en proyecto, habiendo en octubre de 1938 ya 45 de ellos construidos. José Manuel nos proporcionó una enorme cantidad de datos sobre este tipo de fortín, llegando hasta el detalle de cuántos ladrillos y sacos de cemento figuraban en la partida destinada a construirlos o a que el tiempo dedicado a levantar cada uno de los fortines oscilaba en torno a las tres semanas.



Continuamos nuestra marcha desde ese lugar, a unos dos kilómetros de primera línea, para visitar otro nido de ametralladoras del mismo diseño, éste a orillas de la vía verde y en estado de semidestrucción, habiendo desaparecido prácticamente la cubierta, probablemente para extraer el metal de su armazón para su posterior venta como chatarra. Martín del Moral nos comentó que el sector que estábamos visitando se encontraba cubierto a finales de la Guerra Civil por la 17º Brigada Mixta del Ejército Popular de la República, y nos fue mostrando durante todo el recorrido desde la vía verde hasta Valdeperdices un buen número de restos de cuevas, galerías e indicios de refugios y chabolas que con toda probabilidad sirvieron como alojamiento a la tropa.

El camino comenzó a empinarse hasta llegar a una zona situada a unos 600 metros de lo que fue primera línea (lugar en el que, por cierto, José Manuel localizó semienterrada una vaina de bala de fusil Mosin Nagant, de fabricación soviética), donde giramos en dirección a la altura de Valdeperdices. Por allí comenzamos a ver con bastante claridad el trazado de multitud de trincheras de segunda línea. Nos detuvimos también brevemente ante dos fabulosos y bastante bien conservados puestos de escuadra, otro estándar republicano del que después contemplaríamos algunos más, compuesto de zonas para fusilería con troneras prefabricadas y un pozo de granaderos a cada lado.



Una vez en el vértice Valdeperdices, paramos a almorzar en el observatorio avanzado allí situado y pudimos aventurarnos por sus galerías subterráneas. Tras el “rancho”, nos acercamos también a un segundo observatorio, en peor estado que el primero, y comenzamos a descender las alturas, pudiendo contemplar cada vez más trincheras según nos acercábamos a primera línea.

La excursión estaba terminando, pero faltaba por llegar la auténtica “guinda” del paseo: un fabuloso cerro fortificado, plagado de túneles y galerías perfectamente conservados donde incluso aún se pueden leer las inscripciones en las paredes. Estuvimos un buen rato entrando y saliendo de las profundidades de la tierra y, como no podía ser de otra forma, allí fue donde nos hicimos, tan contentos, la foto de grupo. Puedo asegurar que algunos/as disfrutamos como niños/as.


De vuelta a Morata, visitamos de nuevo el Museo de la Batalla del Jarama del Mesón “El Cid”, para que los que no hubieran venido a la marcha del sábado no se perdieran su estupenda colección.

Ya por la tarde, en la Casa de la Cultura de Morata, tuvo lugar el último de los actos de las Jornadas: la interesantísima conferencia sobre “El Servicio de Recuperación de Material de Guerra, desde la GCE hasta hoy”, a cargo de Ricardo Castellano Ruíz de la Torre, autor de los libros “Los restos del asedio: fortificaciones de la Guerra Civil en el frente de Madrid; ejército nacional” y “Los restos de la defensa: fortificaciones de la Guerra Civil en el frente de Madrid; ejército republicano”. Esta charla tenía un interés especial, al ser un tema bastante poco tratado en actos públicos y, por lo tanto, relativamente desconocido para los profanos en la materia. Castellano supo conducir el acto de forma magistral, consiguiendo conferir a la explicación un ritmo ágil y ameno, alternando las explicaciones con una presentación en PowerPoint, imágenes y pequeños vídeos, que contribuyeron a mantener en todo momento la atención del público asistente.


Coincidiendo con la ofensiva franquista de Aragón, que llevará a sus tropas hasta el Mediterráneo cortando así en dos el territorio republicano, el ejército rebelde crea cinco batallones de especialistas, lo que supone el nacimiento del Servicio de Recuperación de Material de Guerra. Sus cometidos serán la recogida del material abandonado por el ejército enemigo, la clasificación de este material por modelos y estado de servicio y, en la medida de lo posible, su pronta entrega a las unidades combatientes.

Para ofrecer una idea aproximada de la ingente labor de este Servicio, Castellano nos ofreció algunas cifras realmente sorprendentes: el SRMG recuperó desde su creación hasta el final de la guerra 1.900 cañones, 3.700.000 proyectiles de artillería, 575.000 fusiles, 25.000 ametralladoras, más de mil millones de cartuchos, dos millones y medio de bombas de mano, 7.000 morteros y 3.500 toneladas de explosivos. Por si esto fuera poco, este servicio había censado al terminar la guerra, entre otros materiales, 60 tipos distintos de cañones, 49 tipos de fusiles, 41 tipos de armas automáticas y 235 tipos de piezas de artillería.

La labor del SRMG no concluye con la guerra: en 1942 publica un catálogo con los datos de todo el armamento descrito para que sirva de ayuda en la identificación de todo el material que iría apareciendo en la posguerra. Este catálogo sigue teniendo vigencia a día de hoy, dado que continúan apareciendo más y más restos por doquier.

Esta realidad, el hecho de que sigan encontrándose restos de la Guerra Civil, entre ellos proyectiles sin explotar, y que la tendencia vaya en aumento, orientó la última parte de la intervención de Castellano a exponernos la labor actual de los TEDAX, explicándonos cómo realizan sus intervenciones y advirtiendo a los coleccionistas y “buscadores de tesoros” del peligro que suele entrañar este tipo de hallazgos y cómo debe primar el sentido común, avisando a los técnicos de desactivación de explosivos cuando sea necesario, para evitar desgracias.


La conferencia de Castellano propició un buen número de preguntas y comentarios, que mostraron el interés con que el público había seguido la exposición. Tras cerrarse el turno de preguntas, David Loriente, presidente de Tajar, subió al estrado para realizar la clausura de las Jornadas, agradeciendo a todos su participación y asistencia y felicitándose (y felicitándonos) por el éxito de las mismas, que no es otro que haber atraído y despertado el interés de un gran número de asistentes. Con expresión satisfecha, Loriente expresó la intención de la asociación de continuar programando actividades ante el interés detectado y nos emplazó a todos a vernos también el próximo año en las II Jornadas “La Batalla del Jarama”. Allí estaremos…


ALACALLE
Texto: Roberto Blanco Tomás. Fotos: Vanessa Agustín.
Publicado en el blog de la Asociación Tajar el  21 de febrero de 2011

El agua no disuadió a los asistentes en el segundo día de las jornadas

Pese a comenzar el día con una intensa lluvia que se ha mantenido de forma intermitente durante toda la jornada, a las nueve y media de esta mañana un nutrido grupo de personas esperaba a los organizadores en el punto designado para la cita de la primera de las excursiones por el escenario de la batalla del Jarama. Al final han sido más de treinta personas las que se han animado a dar un paseo muy especial por el campo, motivo por el cual la organización estaba a última hora de esta tarde valorando si avisar a un autocar más para mañana si amanece con buen tiempo.

La ruta de hoy ha contado con la orientación y guía de Javier Rodríguez Fernández, autor del libro “Fortines. Centinelas de hormigón en el frente de Madrid” y creador de la página web fortines.com, además de vicepresidente de Tajar, y hay que destacar el auténtico lujo que resulta tenerle al lado a la hora de visitar fortificaciones. Sus acertadas y precisas explicaciones te ayudan a entender muchísimo mejor lo que estás viendo. Bravo por él…

El autobús nos llevó hasta el cruce de la carretera de Morata a San Martín de la Vega con la Cañada Galiana, donde pudimos ver diversos fortines de un punto fuerte del bando rebelde (mientras que los republicanos, habitualmente a la defensiva, adoptaban un sistema más lineal, las tropas de Franco, al tener una vocación claramente ofensiva, solían disponer sus fortificaciones en puntos fuertes, controlando las zonas clave a nivel estratégico y dejando libres más tropas para el avance). Estas fortificaciones son posteriores a la batalla del Jarama, de cuando el frente estaba ya estabilizado allí, por lo que se observa una construcción más cuidada. Probablemente el aspecto más destacable de este punto fuerte lo constituya el encontrarse situado a menos de trescientos metros de las líneas enemigas, algo único en toda la zona de la Comunidad de Madrid. 


 Después de esto (y de atesorar una enorme plataforma de barro en las suelas de nuestras botas), enfilamos la pista hacia la zona de la famosa “Colina del Suicidio”, lugar emblemático de la Batalla del Jarama donde el Batallón Británico de la XV Brigada Internacional detuvo el avance de las tropas del coronel Asensio Cabanillas. Observando desde el monumento al Batallón Británico pudimos ubicar la “Colina del Suicidio” (así conocida porque sus defensores decidieron perecer todos en su defensa antes que retirarse), el llamado “Knoll” (desde donde las ametralladoras manejadas por las tropas marroquíes de Franco batieron los avances republicanos que intentaban retomar la loma) y la “Colina Cónica”. Desde luego, se trata de un lugar realmente evocador…


La lluvia, que había atenuado su caída, volvió a repuntar en aquel lugar, acercándonos un poco más al campo de batalla que estábamos visitando, ya que aquellos días de febrero de 1937 también hizo un tiempo de perros. Con nuestros chubasqueros y paraguas encaminamos nuestros pasos hacia la posición franquista situada en la Jara Alta, donde pudimos ver algunos ejemplares también únicos en el frente de Madrid, destacando el enorme y semidestruido complejo fortificado que batía desde el flanco el llano que debían cruzar las tropas republicanas para asaltar el Pingarrón, posición clave del frente del Jarama. Hay que destacar que se trata del primer complejo fortificado construido por el bando rebelde. En este lugar, David Loriente, presidente de Tajar, nos hizo un interesante resumen de la batalla que arrancó los aplausos de todos los presentes.   




 De vuelta al autocar por el camino de Valgrande tuvimos también la oportunidad de echar un vistazo a los restos una fortificación republicana de lo más peculiar, construida aparentemente con bastante prisa, y que, por su plataforma característica, debió albergar a una ametralladora.


Ya en Morata, visitamos el museo de la Batalla del Jarama del Mesón “El Cid”, que posee una colección de restos y material encontrado realmente notable: desde un mortero “Valero” a la trasera de un coche Fiat Balilla, pasando por unas cajitas de Juanolas de la época, que despertaron especialmente mi atención por lo curioso. Por supuesto, también había balas, proyectiles, medallas y utensilios de trinchera de todo tipo. Una visita para no perderse.


Ya por la tarde, a las cinco y media, continuaron los actos en la Casa de la Cultura de Morata de Tajuña con una conferencia a cargo de Javier Rodríguez, nuestro estupendo guía de la mañana, que repasó, sistematizó y amplió todo lo visto en el paseo y bastante más, con ayuda de mapas activos que facilitaron al público la comprensión de la batalla en clave geográfica y la ubicación de los restos visitados entendiendo mejor por qué estaban allí y qué función cumplían.

Rodríguez finalizó su exposición realizando una bien fundamentada defensa del objetivo principal de Tajar, la conservación de los restos de la batalla del Jarama, justificándola por su valor histórico, la potenciación de la oferta cultural que supondría y la atracción turística a que pueden dar lugar. Atracción que ya suponen, dado el elevado número de visitas a la zona por parte de veteranos y sus familiares, y de estudiosos de nuestra contienda civil. Para este objetivo, Tajar propone tres líneas principales de actuación: la catalogación de los restos, el diseño de rutas y su difusión, y la organización de actividades como la que nos ocupa.


Como cierre, Javier compartió con nosotros una reflexión personal: “todos estos restos protegieron y salvaron la vida a muchos de nuestros antepasados. Es de ley, por lo tanto, que hoy los protejamos nosotros a ellos”.


Las actividades de la tarde concluyeron con la proyección del documental “Tierra española” (“The Spanish Earth”,1937), de Joris Ivens, en el que Morata de Tajuña y la batalla del Jarama tienen un protagonismo especial. La cinta cautivó el interés del público asistente, especialmente el repaso dado a los fotogramas en que aparece el pueblo en aquella época.

ALACALLE
Texto: Roberto Blanco Tomás. Fotos: Vanessa Agustín.
Publicado en el blog de la Asociación Tajar el  19 de febrero de 2011

Inauguradas en Morata las 1º Jornadas “La Batalla del Jarama”

A las siete de esta tarde, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Morata, arrancaban las primeras Jornadas “La Batalla del Jarama”, organizadas por la asociación Tajar con la colaboración del Ayuntamiento de esta localidad. La nota más destacada del evento la ha constituido el lleno absoluto registrado en este primer acto de las Jornadas. Tanto, que un elevado número de asistentes ha tenido que seguir la conferencia y la proyección del documental de pié, lo que no ha mermado el interés con el que todos los presentes han seguido lo expuesto en el Salón de Plenos.

El alcalde de Morata de Tajuña, Mariano Franco, ha abierto las Jornadas, dando la bienvenida a todos los presentes y agradeciéndoles su asistencia para, a renglón seguido, reiterar el apoyo del consistorio a esta iniciativa, entre cuyos objetivos está la preservación de los restos de la batalla del Jarama.

A continuación ha intervenido David Loriente, presidente de Tajar, que también ha agradecido la masiva asistencia, sorprendiéndose gratamente de que “al final el Salón de Plenos se nos ha quedado pequeño”. Loriente ha insistido en la importancia de este día, en el que Tajar celebra sus primeras jornadas, y ha aprovechado para recordar a las personas “que se juntaron hace tres años para crear esta asociación”.

Loriente ha insistido en que uno de los objetivos de Tajar es la divulgación de la batalla del Jarama, una batalla “de importancia capital, porque era Madrid lo que estaba en juego, por el armamento utilizado, por la dureza de los combates y porque puso de relieve la internacionalización del conflicto: en ella participaron combatientes procedentes de 52 de los 66 países reconocidos en aquel momento por la Sociedad de Naciones”. Por todo ello, el presidente de Tajar señaló esta batalla como “el preámbulo de la II Guerra Mundial”.

David terminó su intervención insistiendo en la idea de que los restos de la batalla “forman parte de nuestra historia y de nuestro patrimonio cultural”, y animando a todos los presentes a participar y disfrutar de estas primeras Jornadas dedicadas a la Batalla del Jarama.


 Tras la intervención de Loriente, ha comenzado la conferencia a cargo del escritor e historiador Jesús González de Miguel, autor del libro “La batalla del Jarama”, que ha estructurado su intervención en dos partes: la “aventura” de escribir el citado libro y un repaso a la batalla y a las particularidades de las guerras civiles.
Para “romper el hielo”, González ha utilizado de forma sugerente la fecha de hoy, 18 de febrero, para ilustrarnos sobre qué estaba ocurriendo allí mismo 74 años antes, en 1937. A continuación, ha pasado a explicarnos cómo surgió el proyecto de escribir “La batalla del Jarama”. “Hacer un libro es una labor que implica a todo tu entorno”, según el historiador. “Éste ha supuesto siete años de trabajo, y cuando empecé a hacerlo, en 1994, no había ningún libro que hablase específicamente de esta batalla”.

La idea surgió en un avión, a las seis de la mañana, a partir de una conversación con un viejecito que demostraba un notable sentido del humor a esas horas tan tempranas. Al hacérselo notar Jesús, el viejecito contestó: “si no lo hubiera tenido, no habría podido sobrevivir a Auschwitz”. Una respuesta tan excepcional cautivó el interés de González de Miguel, que siguió conversando con aquel señor y pudo saber que había luchado en la Guerra Civil Española, después en la 2ª División Blindada francesa (la de Leclerc), fue capturado por los alemanes en Monte Cassino, y terminó en Auschwitz, pese a no ser judío. Posteriormente, el historiador coincidiría en otro avión con otros dos veteranos internacionales de nuestra contienda civil, y éstos le llevarían a otros más, con lo que iría recopilando más y más testimonios. “Conocer a toda esa gente es una experiencia de la que no se sale indemne. Es la gran aventura de mi vida”, reconoce González.

Tras explicarnos el proceso de creación de su obra, el escritor abordó la eterna pregunta: “¿por qué la Guerra Civil de nuevo?”. Se declaró sorprendido siempre que oye esta pregunta, ya que “estamos acostumbrados a ver películas del Oeste o de Vietnam continuamente, y nadie hace una pregunta semejante”. Concluyó que las guerras civiles siempre son algo complicadas, y si son en España más aún. Dio un repaso a las distintas guerras civiles que han tenido lugar en otras partes del mundo, que si bien muchas de ellas siguen encerrando polémicas aún hoy, éstas se van superando a la hora de hablar en términos históricos.


Continuando con las eternas preguntas en estos casos, la siguiente, a su juicio, es “¿qué aporta el libro”, destacando que a él lo que más le interesan son los testimonios de los soldados de a pié, la parte humana de la batalla, definiendo la vida en las trincheras como “aburrimiento, terror, suciedad y miseria”. González destacó también varios aspectos para él característicos de la batalla, como son el hecho de que fuera una batalla de desgaste, pero de concepción anticuada en su desarrollo; el derroche de valor por parte de ambos bandos; y la meteorología nefasta en que tuvo lugar, que ocasionó no pocos problemas adicionales a ambos bandos, acentuando su dureza.

El historiador concluyó su intervención declarando haber “intentado hacer un libro a la inglesa: ameno y riguroso. Espero haberlo conseguido”. González agradeció a todas las personas que le han ayudado con el libro y tuvo un recuerdo para aquellos que cayeron hace 74 años en el Jarama.

El acto concluyó con la proyección de “Defensores de la fe”, de Russell Palmer, único documental sobre la Guerra Civil, de la época, rodado en color.


ALACALLE
Texto: Roberto Blanco Tomás. Fotos: Vanessa Agustín.
Publicado en el blog de la Asociación Tajar el  18 de febrero de 2011

Frente de Abánades: un paseo por la historia

Un equipo de arqueólogos e historiadores, financiado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el Ministerio de Cultura noruego, ha realizado trabajos de investigación durante las últimas tres semanas en la posición denominada ‘El Castillo’, en el pueblo alcarreño de Abánades, invitados por el Ayuntamiento de dicho pueblo. Este equipo, embarcado en el proyecto ‘Arqueología de la Guerra Civil Española’, había trabajado previamente en las trincheras de la Ciudad Universitaria madrileña y en el destacamento penal de Bustarviejo (Sierra Norte de Madrid), encontrando sumamente interesante la oportunidad de investigar en este nuevo escenario, lo que les permite establecer una comparación entre las trincheras republicanas madrileñas y éstas de Abánades, pertenecientes al bando rebelde.

La posición de ‘El Castillo’, según los investigadores, resulta ideal para estudiar el emplazamiento de trincheras y fortificaciones. En este lugar, el frente permaneció estable durante buena parte de la guerra, motivo por el cual se pudo realizar un concienzudo trabajo de fortificación, lo que ha facilitado la permanencia de buena parte de los enclaves en un estado de conservación bastante óptimo. Los trabajos comenzaban el pasado 30 de agosto, encontrándose desde el principio notables diferencias con los escenarios investigados anteriormente. No sólo ha aparecido mucho más material (munición, latas de conserva…), sino que el estado de conservación de los restos es bastante mejor, lo que parece debido a la calidad del suelo, pero probablemente la abundancia se deba también a circunstancias históricas. En este sentido, Alfredo González, portavoz de los investigadores, apuntaba hacia la distinta situación imperante en éstas trincheras con respecto a las de Madrid. La capital del Estado español era una ciudad sitiada, con carencia de suministros, lo que hace pensar que en los frentes republicanos madrileños se practicaba activamente el reciclaje.

Más munición en Abánades

Otra diferencia notable con respecto a las trincheras republicanas de Madrid reside en la munición encontrada. Pese a que en Abánades se está extrayendo un mayor número de balas, éstas solamente pertenecen a dos tipos: la clásica bala de Máuser de fabricación nacional y la procedente de la ayuda alemana al bando rebelde (ésta incluso más abundante). Llama la atención tal uniformidad comparada con el trabajo anterior: en las trincheras republicanas de Madrid se encontraron hasta treinta tipos distintos, lo que nos habla de las mejores condiciones de suministro existentes en el bando nacional. Otro detalle que incide en este aspecto lo encontramos en el elevado número de balas sin usar halladas en Abánades (en Madrid la abrumadora mayoría de la munición descubierta había sido disparada), amén de que en las trincheras de la capital aparecieron gran número de balas enemigas incrustadas en el terreno, lo que nos indica que se trataba de una posición mucho más batida por el enemigo.

Acercándonos a este tipo de trabajos podemos contemplar in situ la historia de una población, en ocasiones mucho más allá del periodo que se pretendía investigar a priori. Un interesante descubrimiento de este equipo de investigadores ha sido el hallazgo, en el mismo lugar, de restos pertenecientes a otras épocas. Concretamente, bajo las trincheras, parapetos y refugios de la 75º División del ejército rebelde, han aparecido restos medievales de la época en que se funda el pueblo de Abánades (siglos XI-XII), y a su vez, debajo de éstos, otros restos pertenecientes a un asentamiento de la Segunda Edad del Hierro (ss. V-II A.C.), esto es, de época celtibérica. Como manifestaban sorprendidos los investigadores: “¡Toda la historia de Abánades en 20 metros cuadrados!”. Hay que destacar que en este trabajo han jugado un papel especial los arqueólogos, que, frente a la idea extendida que asocia su área de conocimiento a la investigación de antiguas civilizaciones, reivindican el papel de primera importancia que puede jugar la arqueología aplicada al pasado reciente, ya que “lo que existe físicamente es mucho más difícil de negar y de olvidar que lo que se encuentra sólo en nuestra memoria, aunque sea colectiva”.

Jornada de puertas abiertas

Otro aspecto especialmente destacable de esta investigación reside en que el equipo desplazado a Abánades ha trabajado con la premisa de no limitarse a los círculos científicos y poder ofrecer a la sociedad este pedacito de su historia reciente. Por este motivo, como en anteriores investigaciones, han celebrado una ‘Jornada de puertas abiertas’ el pasado 12 de septiembre, animando al pueblo a visitar los trabajos, exponiendo sus hallazgos y explicándolos, y programando también actividades para los más pequeños, que tuvieron la oportunidad de “ser arqueólogos” por un día (seguro que de esta actividad ha nacido alguna bonita “vocación” que fructificará en los años venideros. Desde luego los chavales cavaban con auténtico frenesí).

También, para cerrar la jornada de forma vistosa, acudió a Abánades un grupo de la Asociación Madrileña de Recreación Histórica Frente de Madrid 1936-1939 que, vestidos y pertrechados como los soldados que habitaron la posición setenta años atrás, escenificaron para los presentes cómo podría haber sido un día en las trincheras de nuestra contienda civil. Podemos atestiguar que esta jornada de puertas abiertas ha sido un éxito de crítica y público, y lo que es mejor: ha propiciado un rico debate en el pueblo, favoreciendo que los más mayores ofrecieran su testimonio de aquella época, que los no tan mayores dieran el suyo sobre la posguerra y la búsqueda de restos para su venta como chatarra (fuente de ingresos de primer orden en las zonas devastadas por la guerra… Y también fuente de un sinnúmero de graves accidentes), y que los más jóvenes preguntasen una y otra vez sobre la historia de su pueblo, de repente convertida en una apasionante novela basada en hechos reales. Para todo esto sirve la historia, hay que ver…

 
Futuras iniciativas

Y no podemos terminar sin reseñar el origen de esta iniciativa de recuperación de la memoria. Se ha constituido en el pueblo un grupo de vecinos interesados en la historia de la comarca que, bajo el nombre de ‘Espacios de la Batalla de Guadalajara. El Castillo-Abánades’ y con apoyo de su Ayuntamiento, está comenzando a idear proyectos de recuperación de la memoria, como el que nos ocupa, y llevarlos a la práctica. La invitación al equipo de investigadores y los trabajos resultantes han sido sólo la primera fase. Para las siguientes, que deberían abrirse al resto de la comarca, tienen muy en cuenta la labor realizada en Tarragona con los espacios de la Batalla del Ebro, y ése parece su objetivo: que en un futuro puedan visitarse los “espacios de la Batalla de Guadalajara”. Un objetivo ambicioso y, por ello, de conseguirse, algo realmente meritorio. En el folleto que acaban de editar podemos leer: “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Ése es el objetivo de la recuperación de la memoria histórica: recodar para aprender.

Un día en las trincheras-. Un grupo de la Asociación Madrileña de Recreación Histórica Frente de Madrid 1936-1939 recreó lo que podría haber sido un día en las trincheras en la Guerra Civil. Ese fue uno de los principales reclamos en una actividad en la que también hubo una ‘Jornada de puertas abiertas’ y que tuvo una gran acogida por buena parte del pueblo de Abánades, cuyo Ayuntamiento estudia ya otros proyectos de recuperación de la memoria.

Texto: Roberto Blanco Tomás (ALACALLE). Foto: J Ferbric.
Publicado en Guadalajara 2000 el 24 de septiembre de 2010.

Bustarviejo: memoria de la represión

Desde 2008, un grupo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid estudian lo ocurrido en el Franquismo. El último de sus trabajos les ha llevado hasta este destacamento penal.

Hoy continúa la polémica a la hora de describir lo acontecido entre 1936 y 1975. El muro de silencio levantado ante las profundas heridas infligidas a nuestra sociedad por un golpe militar que, al fracasar, desencadenó una guerra civil saldada con la victoria del bando rebelde. No obstante, en la actualidad, las iniciativas de víctimas y familiares y el trabajo de los investigadores sacan a la luz testimonios, historias, restos y documentos hasta ahora ocultos o en el olvido. Así, contribuyen a disponer de más elementos para interpretar lo ocurrido en esos casi 40 años.

Es en este marco donde se sitúa el trabajo realizado por un grupo de jóvenes arqueólogos e historiadores de la Universidad Complutense de Madrid en lo que fue el destacamento penal de Bustarviejo, situado en la Sierra Norte de Madrid. Éste fue uno de los nueve destacamentos instalados en el tramo comprendido entre Chamartín y Garganta de los Montes para construir el ferrocarril “directo” de Madrid a Burgos. El destacamento de Bustarviejo, situado a kilómetro y medio del pueblo, estaba preparado para 250 prisioneros, alojando de media anual entre los años 1944 y 1952 a un centenar de presos, empleados en la construcción de un viaducto, dos túneles y una estación de tren ubicada en las afueras del pueblo, a cargo de la empresa contratista Hermanos Nicolás Gómez, que se benefició de la política de “redención de penas por el trabajo”.


 Los restos existentes se pueden englobar en tres grupos: relacionados con la represión y la vigilancia (complejo de barracones, patio y cuerpo de guardia: viviendas de los guardianes, garitas de vigilancia…); relacionados con el trabajo; y de habitación de los familiares de los presos (que vivían en el destacamento, con comunicación limitada con los internos). Del estudio arqueológico de los restos, cotejado con testimonios orales de familiares de presos y lugareños, se puede inferir que las condiciones de vida allí eran bastante duras: trabajo agotador y peligroso, dieta escasa, adoctrinamiento religioso y político de los presos, miseria y aislamiento de los familiares…

Reflejo de una ideología

Nada chocante, dado el concepto que tenía el Estado de los allí confinados: integrantes de la anti-España que estaban purgando sus pecados. Estos destacamentos suponían para los presos la “última estación” antes de la libertad, donde reducían su condena a través del trabajo y desde donde accederían al tercer grado. Esto, sumado a la presencia en el destacamento de sus familias, resultaba una razón de peso para olvidar cualquier tentativa de evasión. Pese a ello, están documentadas varias fugas, alguna de ellas exitosa.

Al recorrer los restos junto a los investigadores sorprende el aceptable estado de conservación, pese a estar ubicados en plena dehesa municipal, lo que ha influido en que parte de sus instalaciones –los barracones– hayan seguido utilizándose para guardar ganado. Los barracones son, pues, el espacio mejor conservado, complejo que englobaba también el cuerpo de guardia, separado de los barracones de los presos por el patio central. A simple vista, se observa la diferencia de construcción entre una zona y otra: el cuerpo de guardia tiene el dintel de la puerta alineado con los de las ventanas, permitiendo una visibilidad óptima, mientras que en los barracones es el alféizar de las ventanas el que se alinea con el dintel de la puerta, pues se pretende aislar a los prisioneros. También la disposición de las distintas garitas de vigilancia: están construidas para repeler una amenaza externa, probablemente debido a la actividad del maquis en la zona.

Condiciones de esclavitud

En este destacamento también se pueden comparar las viviendas de los guardianes con las de las familias de los presos, las primeras estaban mucho mejor construidas y la construcción de las segundas (con sala única de 2x2 metros) parecía responder a un plan (mismo diseño para todas y presencia de cemento en su construcción). El destacamento penal de Bustarviejo estaba enclavado en un bello paisaje, pero sólo si se contempla en libertad; si no estás obligado a vivir allí con lo mínimo y soportar un sol de justicia en verano y un frío extremo en invierno, trabajando hasta la extenuación sin las más básicas condiciones de seguridad.

Los investigadores que han realizado este proyecto no ocultan la intención política de su trabajo, no sólo porque toda investigación supone una toma de postura, sino porque además “el mero hecho de llamar la atención sobre la existencia de restos recientes de campos de concentración en nuestro país, junto a las ciudades y pueblos en los que vivimos, es ya en sí un hecho subversivo, que nos obliga a mirar no sólo el pasado, sino el espacio de nuestra vida cotidiana, de una forma diferente”. En esta investigación han jugado un papel especial los arqueólogos, que, frente a la idea extendida que asocia su área de conocimiento a la investigación de antiguas civilizaciones, reivindican el papel de primera importancia que puede jugar la arqueología aplicada al pasado reciente, ya que “lo que existe físicamente es mucho más difícil de negar y de olvidar que lo que se encuentra sólo en nuestra memoria, aunque sea colectiva”.

Un reto: su visibilización

Este proyecto contempla el trazado de rutas, la apertura de un centro de interpretación y la realización de visitas guiadas, pero siempre con la pretensión de causar el mínimo impacto en la zona. Su objetivo es no limitarse a los círculos científicos y poder ofrecer a la sociedad este pedacito de su historia reciente, pero también desde la consciencia de trabajar en un paisaje delicado y muy sensible al tránsito, por lo que la intención es huir de la masividad.

ALACALLE
Texto: Roberto Blanco Tomás. Foto: David Fernández.
Publicado en Diagonal el 29 de julio de 2010.

Emotivo homenaje a las Brigadas internacionales en el campo de batalla de Brunete

Durante la mañana del sábado 3 de julio ha tenido lugar la 4ª Marcha Memorial Brunete 2010, organizada por Amigos de las Brigadas Internacionales y por el International Brigades Memorial Trust, que ha reunido a cerca de un centenar de personas en una visita por algunos de los escenarios de una de las batallas más importantes de la Guerra Civil Española. La iniciativa, que pretende divulgar una página de nuestro pasado reciente a la par que rendir homenaje “a aquellos luchadores por la justicia y la libertad” –en palabras de los organizadores- que fueron los voluntarios internacionales y, en fin, todos los integrantes del Ejército Popular de la República, ha concluido de forma especialmente emotiva con la dispersión de las cenizas de Jack Shafran, voluntario estadounidense del Batallón Lincoln recientemente fallecido, en el Río Guadarrama, uno de los escenarios en que combatió hace ya más de setenta años, en cumplimiento de su última voluntad.


La batalla de Brunete (6-27 de julio de 1937) se inicia con una ofensiva del Ejército Popular de la República que tiene el objetivo de descongestionar el frente de Madrid, liberando a la capital del cerco parcial a que es sometida por el ejército rebelde, y distraer tropas rebeldes del frente del norte con la intención de evitar la caída de Santander. Para tal operación se utilizan en la zona de Brunete los Cuerpos de Ejército V (al mando de Modesto) y XVIII (al mando de Jurado, luego sustituido por Casado), que han de tomar Quijorna, Brunete y Villanueva de la Cañada para luego seguir el avance hacia Villaviciosa de Odón, Móstoles, Boadilla y Alcorcón. A este ataque se debía sumar el II Cuerpo de Ejército de la República, que, avanzando hacia el Oeste desde la zona de Usera-Orcasitas, debía encontrarse con los otros dos cuerpos de ejército, embolsando a las tropas nacionales situadas a las puertas de la capital.

Al amanecer del primer día, la 11º División (Líster) consigue tomar Brunete, pero la 34º (Galán) tarda 15 horas en tomar Villanueva de la Cañada, y la 46º (El Campesino) tarda tres días en hacer lo propio con Quijorna. Este retraso, sumado a la rápida llegada de refuerzos del ejército rebelde, motivó que la situación se estancase en torno al día 11. El día 14, el Estado Mayor Central republicano decide pasar a la defensiva, dando por terminada la ofensiva de Brunete.


El día 18, los rebeldes pasan por su parte a la ofensiva, con escaso éxito de momento. Es una constante en la estrategia de Franco “recoger el guante” siempre e intentar recuperar el terreno perdido y aplastar a las tropas que le han atacado, aunque no siempre resulte lo más conveniente. En este caso, el general Vigón le había recomendado lo contrario, para no “seguir el juego” a los republicanos embarcándose en un combate a priori de dudosos resultados (la República tenía allí concentradas sus unidades más potentes) y escasa rentabilidad práctica, pero no fue escuchado. Finalmente, el 24 lanza una contraofensiva de objetivos más limitados, recuperando Brunete y parte del territorio perdido. Varela quiso seguir adelante, aprovechando el movimiento, pero Franco decidió concluir la acción en este lugar para no entretener más a las tropas necesarias para continuar su ofensiva en el norte. Al término de la batalla, ambos bandos se consideraron victoriosos. Lo cierto es que la República consiguió en este encuentro conservar Quijorna, Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo, además de retrasar cinco semanas la ofensiva rebelde del norte.

El itinerario de la marcha del sábado transcurrió por los parajes en los que lucharon los miembros de la XIII y la XV Brigadas Internacionales, pertenecientes a la 15º División republicana (Gal). El punto de partida era la Venta de Romanillos, objetivo de las tropas republicanas que no llegó a ser tomado. La salida estaba planeada para las nueve y media de la mañana, aunque finalmente se retrasó un tanto debido a las inclemencias del tiempo. Afortunadamente, después abrió el día, gozando durante casi toda la mañana de un sol radiante. Las explicaciones corrieron a cargo de Severiano Montero (historiador, autor del libro “La batalla de Brunete”, de reciente publicación y muy recomendable lectura) y de Guillermo, miembro de GEFREMA y buen conocedor del escenario de la batalla (y con un ojo bien entrenado: nada más salir encontró una bala de Máuser y durante todo el recorrido estuvo localizando incontables cascotes de metralla).

Nos pusimos en marcha, siguiendo la dirección del contraataque rebelde, pudiendo contemplar a distancia la posición republicana de El Cortijo (del que sólo queda poco más que una pared, en la que todavía se distinguen huellas de disparos). Durante el camino, aprovechamos los puntos elevados para situar lugares de referencia de la batalla como el castillo de Villafranca, la loma del Mosquito, la Casa de los Barros, el Vértice Mesa (donde estaba atrincherada una compañía de ametralladoras mandada por una de las pocas mujeres que por esas fechas quedaban en el ejército republicano) o la Casa del Palancar. Como aportación muy interesante, destacar también las explicaciones de Antonio Regueiro, editor del libro de Montero y experto en botánica, que nos ilustró sobre cómo sería la vegetación de la zona en la época de la batalla y cómo influía el paisaje en ésta.



 Comenzamos a descender hacia el río Guadarrama, observando de camino algunas trincheras, hasta llegar alrededor de mediodía al “vado”, lugar emblemático para la XV Brigada Internacional. Allí hicimos un pequeño alto en el camino para, a continuación, acercarnos, más o menos un kilómetro, hasta el lugar donde los organizadores estiman que pueden estar enterrados algunos voluntarios internacionales (pues había allí un puesto de primeros auxilios). Después, desandamos nuestro camino hasta el “vado”, donde tuvo lugar el pequeño y sentido homenaje a los internacionales, con unas palabras de Severiano Montero, de Alan Warren (por la IBMT) y de la hija de Jack Shafran, a cuyas intervenciones siguió la lectura de un poema, un respetuoso minuto de silencio por los allí caídos y el esparcimiento de las cenizas de Shafran en el río Guadarrama, cumpliendo su voluntad (“quiero que mis restos descansen en esa tierra que tanto amé”, decía antes de fallecer), tras lo que los presentes entonaron la Internacional, puño en alto y con las banderas republicanas al viento (una de ellas reproduciendo la bandera de combate de la XV Brigada).


Tras el acto, los asistentes tomaron asiento a la sombra de los árboles y, como en cualquier buen día de campo que se precie, comieron las vituallas que habían llevado, compartiendo las experiencias y aprendizajes que la jornada les había proporcionado. Sin duda, la del sábado ha sido una buena manera de acercarse, a la vez, a nuestra historia reciente y a nuestro entorno natural. Por supuesto, el que suscribe repetirá la próxima vez, encantado.



ALACALLE
Texto: Roberto Blanco Tomás. Fotos: Álvaro Minguito.
Publicado en Nodo50 el 8 de julio de 2010.